El tema buscar casa se está convirtiendo en una extremidad más de mi todavía blanquito cuerpo (aunque preparado para tornarse escultural y moreno en breve). Bueno, sin desviarnos del tema…Aún estamos sin casa. Esto se está convirtiendo en un sinvivir, en un sin saber dónde duermes esta noche, en un sin poder deshacer la maleta…
El tema buscar casa en Australia es “bien sencillo”: tú vas y te compras el periódico con el suplemento inmobiliario, normalmente los fines de semana; al mismo tiempo, no pierdes de vista las páginas de internet de alquiler de pisos (dándole continuamente al F5 para actualizar cualquier mínimo cambio) y/o dependes de la caridad de los becarios que están aquí y rezas para que te acojan nada más llegar.
Una vez seleccionada la casa de tus sueños, esa con vistas impresionantes a la bahía, recién pintada, amueblada, cerca del centro pero con buenas conexiones para ir a la playa… pues la deshechas, obviamente, porque o bien no existe, o ni de coña entra dentro de tu presupuesto medio para la semana.
Así que sigues buscando y llegas al nivel en el que nos encontramos la mayoría de los mortales: las casas bien, vaya, bien. Y llamas a la agencia y te dan cita. Y llegas a la hora, y como tú hay otros cincuenta. Y los cincuenta entráis a la vez a ver un apartamento de 50 m2. Y todos os tiráis al cuello del Property Manager para hacerle las mismas preguntas sobre las facturas, la fecha de disponibilidad y lo más importante, la application form, la famosa application form. Ésa en la uno tiene que convencer al que alquila la casa de que es el mejor candidato, con el mejor sueldo, con el premio al más limpio, con el nombre más raro o con la cara más simpática. Porque aún no sabemos qué criterio siguen para elegir al elegido. El caso es que toca hacer la pelota, y después de haber acabado el colegio hace tiempo, uno está desentrenado para eso.
Y así nos va. Mientras tanto, sobrevivimos en un literalmente “alojamiento ajustadito al bolsillo” regentado por un indio enorme que abre los ojos como dos paellas cuando le hablas, que vivió en Vigo y que conoce a “Juan Carlos, sí hombre, el Rey, y a ésta, su mujer, cómo se llama, ah, sí, Sofía…”
El tema buscar casa en Australia es “bien sencillo”: tú vas y te compras el periódico con el suplemento inmobiliario, normalmente los fines de semana; al mismo tiempo, no pierdes de vista las páginas de internet de alquiler de pisos (dándole continuamente al F5 para actualizar cualquier mínimo cambio) y/o dependes de la caridad de los becarios que están aquí y rezas para que te acojan nada más llegar.
Una vez seleccionada la casa de tus sueños, esa con vistas impresionantes a la bahía, recién pintada, amueblada, cerca del centro pero con buenas conexiones para ir a la playa… pues la deshechas, obviamente, porque o bien no existe, o ni de coña entra dentro de tu presupuesto medio para la semana.
Así que sigues buscando y llegas al nivel en el que nos encontramos la mayoría de los mortales: las casas bien, vaya, bien. Y llamas a la agencia y te dan cita. Y llegas a la hora, y como tú hay otros cincuenta. Y los cincuenta entráis a la vez a ver un apartamento de 50 m2. Y todos os tiráis al cuello del Property Manager para hacerle las mismas preguntas sobre las facturas, la fecha de disponibilidad y lo más importante, la application form, la famosa application form. Ésa en la uno tiene que convencer al que alquila la casa de que es el mejor candidato, con el mejor sueldo, con el premio al más limpio, con el nombre más raro o con la cara más simpática. Porque aún no sabemos qué criterio siguen para elegir al elegido. El caso es que toca hacer la pelota, y después de haber acabado el colegio hace tiempo, uno está desentrenado para eso.
Y así nos va. Mientras tanto, sobrevivimos en un literalmente “alojamiento ajustadito al bolsillo” regentado por un indio enorme que abre los ojos como dos paellas cuando le hablas, que vivió en Vigo y que conoce a “Juan Carlos, sí hombre, el Rey, y a ésta, su mujer, cómo se llama, ah, sí, Sofía…”
Sólo ha pasado una semana. A ver si ésta por fin puedo descubrir lo que guarda el fondo de mi maleta…
7 comentarios:
La verdad es que me das una envidia enorme... fuera ya de chinos negros o australianos rosados... cada día es una odisea y seguro que lo estás disfrutando a tope. A ver si coincidimos un día y te puedo llamar u algo.Un besin guapisima
Puff, pero para que te pase eso no hace falta irse tan lejos. En Madrid también tienes que superar el típico circuito de visita al piso y la entrevista para ver quién debe ser El Elegido, incluida la típica pregunta, ¿por qué debemos cogerte a ti? Ni una entrevista de trabajo!! ANIMO!!
Susi, tú pon la cara de guasa, que ya sabes que funciona! En el fondo de la maleta descubrirás el jamón envasado al vacío que escondió tu madre en un descuido...
Sus no desesperes, q hay luz al final del tunel y si es cuestión de quien tiene la cara más simpática los demás no tienen nada q hacer...
Tú cántales una cancioncita de las tuyas con coreografía y todo y lo tienes chupao...
MMMM Sus, no sabía que era tan dificil encontrar piso por mi tierra. Si la Ofecomes estuviera en Melbourne, te buscaría cobijo, pero como está en Sydney (como todo en DownUnder) pues nada.
No desesperes, que encuentras ya seguro. Recuerda lo de la cara de guasa y seguro que tendrás al de la agencia y al dueño en el bote.
Mientras disfruta!
Doy por hecho que ya has sido la elegida; y que simplemente no has actualizado!
para cuando un video aussie?
Kalamar... ¿cómo es posible que no encuentres un habitaculo por akellos mundos marinos? haz el favor de enseñar tus tentaculos y ya verás como se pegan por tenerte en su hogar.
PD: el sabado fue la primera borraxera sin ti (balance: ele... un pedo a canei tremendo)
Bikiños
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