miércoles, 24 de octubre de 2007

La Listilla

El oráculo de todo recién llegado suele ser el antecesor, aquel que lleva aquí más tiempo, aquel sabio con experiencia sobre el terreno y con agilidad demostrada para discernir entre lo interesante y lo indispensable, entre lo típico y lo extraordinario. Tiramos de esta sabiduría popular para elaborar un pequeño y no del todo representativo esquema de lo que tenemos que hacer antes de... bueno, cuando queramos.

Y eso es, sólo un esquema, una lista, mi gran descubrimiento de este año. Porque para esto sí que gusta tomar apuntes, escuchar atentamente y estudiar y ampliar si es necesario.

domingo, 21 de octubre de 2007

Encementados

Así estuvimos todo el día de hoy, que Hoy se escribía con D de Domingo y Descanso. Segundo fin de semana por aquí y segunda ruta playera. Ya se nota cada vez más que se acerca el verano.
Volvimos a ir a la playa, a las dos playas que ya conocéis, y nos dedicamos a bordear el Pacífico, de Coogeee a Bondi andando. Unos seis kilómetros. Una hora y media de solanera. Y como aquí el sol es malo malísisimo, protección solar del 30 (como cemento...) Menos no hay. Y eso no chupa, como suele decirse, ni a tiros. Así que blancos todo el día, bien acartonados por la crema.

Después de un desayuno ligerito (pancakes con sirope y muffins de chocolate de unos cuatrocientos gramos/unidad), llegamos a Coogee.

¿Y qué se ve?

Bah, poca cosa, agua azul verdosa, rocas erosionadas con suavidad, miles y miles de surfistas y aprendices de, imaginación al poder pensando en qué habrá más allá del horizonte, un viento racheado helador que viene paradójicamente del sur y que te hace tragarte las migas de la merienda de los exploradores que están en la Antártida.

Y a mitad del precipicio, boca abierta: un cementerio con vistas. Aunque algunas tumbas estaban del revés (qué mala leche por parte de los herederos aún en vida…).



Nuevas playas, Bronte, Tamarama, rincones de escándalo, y la meta en Bondi (Bondai, Bondai), donde hoy se respiraba más que nunca el olor de las barbacoas, se escuchaban los scratch de los pinchas flipaillos, y se palpaba el surco de las tablas de surf en la arena.

De nuevo contrastes: cinco de la tarde, un café para llevar y en manga corta mirando las olas. Post poético, una vez releido. Sin embargo nada más lejos.


(El tema casa queda aparcado…actualizaré…)

martes, 16 de octubre de 2007

Instrucciones para ser “El elegido”

El tema buscar casa se está convirtiendo en una extremidad más de mi todavía blanquito cuerpo (aunque preparado para tornarse escultural y moreno en breve). Bueno, sin desviarnos del tema…Aún estamos sin casa. Esto se está convirtiendo en un sinvivir, en un sin saber dónde duermes esta noche, en un sin poder deshacer la maleta…

El tema buscar casa en Australia es “bien sencillo”: tú vas y te compras el periódico con el suplemento inmobiliario, normalmente los fines de semana; al mismo tiempo, no pierdes de vista las páginas de internet de alquiler de pisos (dándole continuamente al F5 para actualizar cualquier mínimo cambio) y/o dependes de la caridad de los becarios que están aquí y rezas para que te acojan nada más llegar.

Una vez seleccionada la casa de tus sueños, esa con vistas impresionantes a la bahía, recién pintada, amueblada, cerca del centro pero con buenas conexiones para ir a la playa… pues la deshechas, obviamente, porque o bien no existe, o ni de coña entra dentro de tu presupuesto medio para la semana.

Así que sigues buscando y llegas al nivel en el que nos encontramos la mayoría de los mortales: las casas bien, vaya, bien. Y llamas a la agencia y te dan cita. Y llegas a la hora, y como tú hay otros cincuenta. Y los cincuenta entráis a la vez a ver un apartamento de 50 m2. Y todos os tiráis al cuello del Property Manager para hacerle las mismas preguntas sobre las facturas, la fecha de disponibilidad y lo más importante, la application form, la famosa application form. Ésa en la uno tiene que convencer al que alquila la casa de que es el mejor candidato, con el mejor sueldo, con el premio al más limpio, con el nombre más raro o con la cara más simpática. Porque aún no sabemos qué criterio siguen para elegir al elegido. El caso es que toca hacer la pelota, y después de haber acabado el colegio hace tiempo, uno está desentrenado para eso.

Y así nos va. Mientras tanto, sobrevivimos en un literalmente “alojamiento ajustadito al bolsillo” regentado por un indio enorme que abre los ojos como dos paellas cuando le hablas, que vivió en Vigo y que conoce a “Juan Carlos, sí hombre, el Rey, y a ésta, su mujer, cómo se llama, ah, sí, Sofía…”


Sólo ha pasado una semana. A ver si ésta por fin puedo descubrir lo que guarda el fondo de mi maleta…

lunes, 15 de octubre de 2007

“No sabía yo que los chinos se ponían negros”

Expresiones como ésta las oí en boca de alguno de mis compañeros cuando pisamos de cerca una de las playas más conocidas de por aquí, la Bondi Beach (leáse Bondai, eh, ignorantes de la vida como yo).

Tarde de octubre, y la gente bañándose, aunque no tenía el agua pinta de escaldarte la piel.

El caso es que esa ya es una playa típica australiana en una zona típica australiana, al menos típica desde los tópicos. Casas playeras, tiendas mezcla surf-Fuencarral, surferos y surferas con la tabla bajo el brazo, el safe guard paseando al trote de un lado a otro por la orilla, camisetas de Zara que destacan entre tanta Quicksilver, Billabong, Roxy y compañía.

En fin, lo que uno se imagina, salvo los mitos que se caen:

Ayer domingo, tocó de nuevo día de playa. Coogee se llama ésta. Sol y aguas verdosas. Y vigilantes de la playa. No todos los australianos son cachas y están morenos; más bien al contrario, diría que tiran a tonos rositas y, en fin, una imagen de aquí el amigo Baywatch lo dice todo (por supuesto, hay excepciones, hasta chinos que se ponen negro tizón).



miércoles, 10 de octubre de 2007

El día que nunca existió

Hablamos del seis de octubre. Después de tantos cambios horarios, pasamos de estar de noche a día 5, a continuar de noche, y a ni oler el día. Y llegar el día siete, así de fácil.

El viaje dio para mucho: ¿la rutilla? Madrid-Londres-(Singapur)-Sydney.

Entre mientras, cenas y cenas, desayunos British, una siesta de unas nueve horas, turbulencias y descensos bruscos varios, 31ºC a las 6 de la tarde, -57ºC a las 4 de la mañana, un recoge-carritos en el aeropuerto singapureño que tenía unos cien años, masajitos en los pies en el mismo aeropuerto, calcetines+antifaz+mantita y almohada para empezar películas y no terminarlas, fumigación en el avión (Daniel Esteban, tenías razón), un aborigen, ¡mi primer aborigen!, una first class que dejaba con la boca abierta, una clase turista que olía a croquetas cuando recalentaban la comida, un abrocharse el cinturón sobre la manta, ¡menuda imagen…!, un auténtico Cocodrilo Dundee andando sonámbulo al baño con el antifaz de antes sobre la frente, bfff, una niña que cantaba adorando a Mary Poppins, un poli singapureño que al verme el pasaporte dice “Lobles, Lobles.. glacies”, estiramientos pro-circulación sanguínea en los aeropuertos, un intento de colegueo fingido con el hombre de la aduana que eligió mi maleta para abrirla y resobar mis cosas...

Y ahora llevo un par de días aquí. Por fin sé lo que es el jet lag…¡anda que no nos estamos conociendo bien él y yo! Levantarme a las 6 y media de la mañana para ir a trabajar no tiene precio; despertarme a las 5 de la mañana ojiplática tampoco; y ya lo de estar zombi todo el día, como de resaca larga, e irse muerta de sueño a la cama a las 8 de la tarde es el colmo.

La ciudad, bien, gracias: abarcable, tranquila, occidental y llena de asiáticos, con casitas muy pequeñas, adosaditas, al lado de rascacielos que parecen un decorado de corta y pega, y con más asiáticos, con pocos españoles, (aunque a todos ellos nos los hemos encontrado ya por la calle), con semáforos que duran una micronésima en verde, con aborígenes en continua resaca, ¿¡será el jet lag!?, con la posibilidad de vivir las cuatro estaciones en un solo día, con australianos típicos de chanclas aunque llueva y tabla bajo el brazo, y Ezté, sí, ya vi la Ópera así que ya me puedo volver.


Perdonad por el caos literario, pero sigo atontolinada.

* Apósito de hoy:
¿Primer día en la oficina? Con 22 emails en la bandeja de entrada de aquí...

jueves, 4 de octubre de 2007

An Earth without maps

Es lo que ahora tengo en mente. Llegó el día D, mañana me marcho a las Antípodas, qué graciosillo quedaba decirlo al principio, qué lejos se me hace ahora…

Mis compañeros “seismesinos” ya se han ido (esto es como el proyecto, hasta el último día no me toca, y ya todos van pasando)…mi familia ya me ha llamado para desearme buen viaje (los que han podido me han visto y me han dado los “cachetes-típicos-para-una-sobrina-que-se-va”)…mis amigas ya se han despedido hasta no sé sabe cuándo (cuántos momentos voy a echar de menos)…mi casa ya con calefacción me dice adiós, casi con una sonrisa torcida (tiene ganas de recuperar el orden tras el caos-maleta del último momento)…y tengo un blog. Hasta ahí, cumplo con el protocolo.

Y bien: todo lo que viene ahora es incierto. Como ET, mi casa, mi teléfono, mi oficina... aún están espesos en el horizonte. Las expectativas son buenas, la temperatura en destino anima, la diversión está asegurada. Pero yo hoy estoy falta de reflejos. Voto porque en 2008 podamos teletransportarnos.

Aún no me hago a la idea. Mientras recojo mis últimos resquicios leoneses, me voy ambientando... Y allí os espero.