jueves, 29 de noviembre de 2007

De terapia

Nunca pensé que venir hasta aquí sirviera o sirviese para algo más que para aprender inglés, coger experiencia laboral, viajar, hacer surf, pasar las Navidades muy lejos de casa, y todos los etc. de mi primera primerísima entrada.

Nunca pensé que aquí abajo haría tan grandes amigos. O mejor dicho, que cogería algo parecido al cariño a aquellos que en algún momento ya se habían cruzado en mi camino.

Venía avisada. Pero nunca pensé que fuera para tanto. Este país está habitado no sólo por ex – convictos y aborígenes, sino también por nuestras amigas las moscas, las polillas, las cucarachas, en particular, y demás insectos en general.

Nada más llegar nos presentaron a las polillas. Nada más y nada menos que en forma de plaga. Aquello parecía una peli a lo Independence Day y el “se acerca el Apocalipsis”. Recuerdo estar en pleno centro urbano, en una cabina, llamando a mi madre casi por primera vez, y al mismo tiempo sorteando a cientos y cientos de esos bichos haciendo vuelos de reconocimiento unas, y de exhibición otras, más expertas. Y mientras, “mamá, que sí, que ya llegué…¿Sydney? Bien, bien, bfff, un calor…”, y de fondo manotazos al estilo escudo protector.

Segunda observación, las moscas. ¿¡Pero qué invento es éste!? A éstas nos las encontramos a primera hora de la mañana, al ir a trabajar. Nadie como ellas para dar los buenos días zzzuzzzurrándote al oído. Y nunca vienen solas. Se traen a toda la familia y a parte de los compañeros de facultad. Y no van a la comida, van a tu cara. Y no te marean y pasan de largo, sino que montan el chiriguito en tu espalda. Y te las llevas en plan mochilero riéndote de otros, mientras tú, pobre infeliz, llevas también tu mochila full de corazones.

Y ya por último, las más populares, las reinas del baile, las cucarachas. Grandes amigas so far. Y grandes amigas, digo bien, porque siempre están ahí, sobre todo cuando no las llamas. Las hemos visto por la calle: en plan duelo, la miras, ella te mira, y cada una sigue por su camino. Las hemos visto en alguna ducha de algún backpacker: cosas que una madre nunca debería saber. Y las hemos visto en algún sitio más, pero no daré detalles. Aunque aprovecho para hacer un llamamiento en favor de la convivencia pacífica.

Aún no estamos en la peor época. Se acerca el calor de verdad, y por lo visto todos los bichos mutan y aumentan un par de tallas. No quiero ni pensarlo.

En cualquier caso, de lo que estoy más orgullosa es de haber aprendido a comportarme con cada uno de ellos. En España no teníamos apenas contacto. Aquí, casi casi existe ya una relación fraternal. Y yo también, como los australianos de verdad, sé mostrar indiferencia ya, como mayor desprecio. Y mantengo mi rictus más o menos impasible cuando me dan guerra. Más o menos.

lunes, 26 de noviembre de 2007

O como quitar el cuidado

Ésta va a ser la brevísima narración de un viaje relámpago, de una visita a un nuevo Estado y de un tick más en mi lista de cosas por hacer. Y todo ello en un solo día.

El mal tiempo en Sydney nos animó a coger el coche y plantarnos en Canberra. La capital del país. La capital del Mini-Estado de Australian Capital Territory. La sede del Parlamento. La Washington DC de los aussies. Y la ciudad residencia del Primer Ministro. Justo el día de las elecciones generales, toma ya.

Pero eso ayudó a darle vidilla (o no) a una ciudad burocrática, política, institucional, sosilla, por excelencia. Aunque con una historia inicial bien curiosa:

Hace muchos, muchos años (según los locales, porque en realidad hablamos tan solo de principios del siglo XX), Melbourne y Sydney, rivales a más no poder, no se ponían de acuerdo en cuál iba a ser la sede del Parlamento. Así que a falta de jugársela a los chinos (en aquella época no habría taaaantos como hay ahora), el famoso “ni pá ti, ni pá mí”, y diseñaron a medida una nueva ciudad: Canberra. O en aborigen, “Meeting place”, a medio camino entre las dos.

Como decía, capital del país con todo lo que ello arrastra:
Sede de grandes instituciones, como por ejemplo, el High Court of Justice, 1 2 3 responda otra vez, "el High Court of Justice ... hmmm ... estoooo ... pffff ... y ya"; de todas las embajadas y representaciones diplomáticas; de los Parlamentos, el antiguo y el actual, justo cruzando la calle; y del memorial a los caídos en el campo de batalla, que nunca falta en ciudades de este estilo (nos chocó que hubiera toda una avenida llena de estatuas y mausoleos en la parte izquierda, y completamente vacía en la derecha... espero que no estén haciendo hueco para futuras dedicatorias...)

Canberra: ni fú ni fá. Dimos las gracias a todos los dioses porque por una vez la oficina no esté en la capital del país. Aún así, fichamos la Embajada, just in case. ¿Y cuál de todas es…?

viernes, 23 de noviembre de 2007

Ya

Dedicado a todos aquellos que me seguís y lo decís. Y a aquellos que no, pero que sé que estáis ahí.

A los que pasáis calor, y a los que os estáis pelando ya de frío; a los que estáis lejísisimos, y a los que parece que cerca, pero también lejos, desde aquí todo se ve lejos; a los que aprendéis nuevos idiomas; a los que disfrutáis de saunas y experimentos locales; a los que sufrís de vértigos; a los que os aficionáis tarde al Canei, pero os aficionáis; a los que os lo pasáis en grande en las profundidades marinas; a los que os ponéis nerviosos en vuestra primera clase de inglés; a los que podéis llegar a hacer escapadas a castillos de Francia; a los que sonreís, siempre, y os partís de risa con los niños que se llaman “tío”; a los jánderes que disfrutáis viendo ondear la banderita; y a los que le sacáis partido a un traje antes de conocer a Paquines; a los pares (y a los impares); a los que brindáis por Recogío; a los que cantáis muy bien los jueves; a los que interpretáis temas futbolísticos; a los que veis Brujas, porque haberlas haylas; a los que os gusta el toque minimal y optimal; a los que para vosotros somos todos cari; a los que manejáis el Excel everyday; a los que os estoy perdiendo por el mal camino; a los que os echo de menos para merendar; a los que huís de incendios al estilo Malibú; a los que iniciáis pretemporada, he dicho, iniciáis; a los que vais en bici al curro, ja me maten; a los que parecéis gigantes al lado de millones de individuos de medio metro; a los que pasáis desapercibidos, porque tenéis vuestro encanto; y a los que vais a pasar del gris al multicolor en breve; a los que justo me llamáis cuando os estoy llamando; a los que os gusta ir dando pasitos; a los que os da por casaros cuando yo estoy a tomar por saco; a los que sois bellas personas y además, artistas; a los que celebráis cumples multitudinarios; a los que sois capaces de dormiros en cualquier situación; a los que lloráis de risa; a los que os entusiasma el Mediterráneo a pesar de ser de secano; a los que ponéis vocecita, y a los que yo os pongo ojitos. A los que siempre estáis ahí

A todos vosotros, ¡Feliz Navidad! (¡¡¡Ya!!!)

Ayer encendieron las luces de Navidad. Y el árbol. Y vino Santa. Y ya están las calles preparadas. Y el camino a la oficina. Y hasta el café de media mañana, al estilo “Glorious Christmas”.

martes, 20 de noviembre de 2007

La ciudad más aislada del mundo

Una afirmación que da miedo, pero una verdad constatada. 2.500 millas de desierto rojo son muchas millas.

En un Estado con carreteras milkilométricas y densidad de población rozando los valores negativos, afortunadamente también hay oasis en forma de perfiles playeros paradisíacos (las 3Ps) y puntos de encuentro hechos a medida.

Este fin de semana, las distancias dejaron de dar vértigo. La ciudad del título me ha acogido con los brazos abiertos. Me ha enseñado lo que significa pararse el tiempo, lo prometo: el silencio abismal que se crea cuando congelas una imagen ha tenido eco nocturno, retumbando al estilo Swan Bells. Me ha engatusado con el kite-surf, y ante tanta maniobra, me ha quitado de golpe las ganas de aprender. Me ha sorprendido tapándome los ojos ante lo ya conocido, y guiñándome uno ante lo nunca visto. Me ha dedicado un Merry Christmas en sus calles peatonales vacías de peatones. Me ha regalado paseos infinitos andando en círculo. Me ha despertado con un buenos días en medio del silencio nocturno, y me ha aburrido con su ritmo horario aussie y mi espíritu (aún!) cañí.

Este fin de semana me he asomado al Océano Índico y he podido comprobar que la Tierra sí que es redonda.
Este fin de semana he estado en Perth, en la otra punta de esta punta del mundo. Una ciudad australiana más. Pero única en su especie. Y ya estoy de nuevo en Sydney.

martes, 13 de noviembre de 2007

Come and knock on my door

Cada vez que entro en el portal de CASA, no puedo evitar entonar la canción al ver el edificio con tanta puertas de “pase sin llamar, que está siempre abierto”. Apartamento para cuatro en este caso, y CASA por fin. Gracias a todos por poner velas a la plantilla completa de santos inmobiliarios. Después de semanas deambulando de youth hostel a budget accommodation, de tener como anfitrión desde un indio (aquí abajo os lo presento por fin) hasta un chino, de pasar de litera de arriba a litera de abajo, de colocar maleta en vertical, pero nunca en horizontal, ahora ya puedo decir que tenemos un “hogar”.

¡Por fin! Fuimos los elegidos (es lo que tiene la experiencia; el famoso día de inspección de casas, rellenamos la application form enseguida). Y le caímos bien al hombre. Y le pusimos ojitos. Y nos dio la casa.

Al final no hay playa, peeero los vecinos de enfrente tienden sus neoprenos en el balcón.
Al final no podemos ir andando a trabajar, peeero tenemos la estación central al lado.
Al final no hay piscina en el edificio, peeero sí en un parque cercano.

A los que pensáis venir a visitarme (ejem, todos a la vez no, por favor) que sepáis que vais a contar con una ubicación excepcional y 100% autóctona: vivimos en pleno barrio aborigen. Al decirlo por aquí, te miran pensando, ¡qué chungo! Y bueno, vaya, no tanto; curioso cuanto menos. El consejo municipal al lado; la escuela de primaria al lado; la tienda de arte enfrente; y el paisanaje aborigen que te cruzas por la mañana. Inmersión en la cultura de destino, que se llama.

La casa, pues bien, con terraza suficiente para hacer barbacoas y con salón suficiente para jugar a la Wii. Mi habitación, con vistas a la puerta de los del neopreno, y con una cama gigante en la que duermo en aspa. Mis flatmates, todos compañeros y residentes en Sydney.


Y la tranquilidad por fin llega a las Antípodas, que con tantas horas de diferencia se había quedado por el camino. Y no, no había jamón al vacío al fondo de mi maleta. Me da que se quedó en el aeropuerto; al aduanero le llamaban Billy el Rápido.

#Apósito de hoy:
Dedicado a mis compañeros del C: he vuelto a ver un crédito comprador, y CESCE ha reaparecido en mi vida, y la prima también, y el riesgo…ayayay…a punto he estado de echar una lagrimilla, pero no… he sido fuerte…

lunes, 12 de noviembre de 2007

Pacto con el diablo

…de Tasmania. Nos fuimos de puente y bajamos hasta Tasmania, tierra conocida por los Looney Toons. Así que todo un reto.

Once expedicionarios (España se quedó sin representación en Australia por cuatro días) partieron en una de las poderosas low cost aussies y se plantaron allí un miércoles de octubre. Los cuatro ICEX revivimos por unos días la experiencia albergue otra vez, aunque sin traumas.

Pero centrémonos en Tanzania, perdón, Tasmania: os cuento, es una isla situada al sur de Australia, a unos 250 kms de la costa; nació como colonia penitenciaria para acoger a vagabundos, truhanes, estafadores y prostitutas a comienzos del XIX, y hoy por hoy es lo más inglés que tienen los australianos. Su capital, Hobart, y la segunda ciudad más importante, Launceston. Y allí aterrizamos.

Este ha sido un viaje de carretera, paisajes y caminatas. Y fauna y flora, algo que ya estaba echando en falta.

Estuvimos en el oeste: en el Parque Nacional de Cradle Mountain. Allí vimos cataratas, conocimos a los rangers, recorrimos senderos inexplorados adentrándonos en las profundidades de los pinos, eucaliptos y helechos, pisando barro, oliendo a naturaleza y bordeando lagos de foto.


Y luego fuimos al centro para dormir en el este: llegamos a Frecynet Nacional Park, volvimos a hacer rutilla caminando (y a la vuelta escalando) para llegar a playas espectaculares de arena blanca, cero visitantes y agua congelada como la Wineglass. De esas que una vez pasado el calvario de la ida, piensas “merece la pena haber venido”. Dormimos en “bungalows” enfrente de la costa y jugamos al billar con pescadores ¿tasmanos?, nada más típico.


Y acabamos en el sureste: visitamos acantilados y obras de arte de la erosión y de la glaciación, y conocimos Port Arthur, el refugio, es un decir, de los malos malísimos de la época y que llegó a albergar a 12.000 hombres codo con codo.



Y llegamos a Hobart, ahora sí, la capital, la segunda ciudad más antigua de Australia. Y la ciudad más triste del último mes. Hizo de noviembre al estilo hemisferio norte, llovió, refrescó y no nos dejó que viésemos lo bueno que seguramente oculta. Solamente una zona, Salamanca, que me acercó por una foto a la tierra de más allá.

Tasmania: para mí, la isla del cielo de los Simpsons, de los paisajes a lo Tim Burton y de las gentes descendientes de convictos. Porque vaya “fauna” que hay allí, lo mejor de cada casa.

Y la tierra en la que aprendí a echar la bronca a un pequeño wallaby; en la que salí corriendo desatada por la carretera detrás de un wombat; en la que espié entornando los ojos a un tímido echidna; en la que perdí la cuenta intentando contar ovejas; y en la que ni vi de lejos a una ratilla de esas chillonas llamadas diablo de Tasmania.

jueves, 8 de noviembre de 2007

La oferta del día

Me pasaría horas y horas de pasillo en pasillo empollándome cada estante del supermercado. ¡Cuántas pijadas tienen aquí! ¡Y cómo se nota la mezcla de tendencias gastronómicas! ¡Y la omnipresencia asiática! Cuánto noodle, cuánta salsa y cuánta soja, cuánta comida ya preparada, y cuántas marcas extrañas (mucho material hay aquí para Juliño...) Y tantas variedades de todo que es necesario llevarse el diccionario o ponerle ojitos al reponedor para entender los ingredientes.

Inauguro una minisección (a ver cuánto dura) para enseñar fotos de lo divertido que puede ser hacer la compra. Cuánto me queda por descubrir. Y con qué poco me entretengo, estoy pensando...hmmm…

Y empiezo por una de mis favoritas:
“Los bebitos piraos” (bastante desagradable el momento tripas fuera).

martes, 6 de noviembre de 2007

Y de primero

...pues pizza, que eso gusta a todo el mundo.

Esto ocurrió hace un par de semanas ya. Pero no quería dejármelo en el tintero.

Despedida de Laura, analista de la oficina, y cena en la terracita de The Australian, con vistas lejanas al Harbour Bridge, a la Ópera y a los tejados del centro. Comida para picar. Y pizza, que gusta a todo el mundo.

La base básica y encima, pues lo normal, canguro. Eso de color indescriptible, diríamos que color carne.
Lo probamos por curiosidad. No tengo fotos del después, sólo del antes. Hmmm… Veredicto: “Sabe a oveja vieja y sudorosa” y está dura.

Siempre nos quedará el emú.