jueves, 28 de agosto de 2008

El país de los ceños fruncidos

Cierra los ojos. Pero bien fuerte, que no se te abran en las nueve horas que dura el vuelo. Aterriza en un aeropuerto nuevo, limpito, ordenado, y resbala hacia la salida hasta que de golpe te reciba el calor y una estela interminable de taxis con o sin “míter”, “taximíter”.
Abre los ojos en Ho Chi Minh City o en Hanoi, según el día. Ciudades con mil historias recientes e incluso más humedad. Si puedes, abre todavía más los ojos para no comerte una moto o un tuc tuc, y si ves que es imposible, reza al cruzar un paso de cebra. Pellízcate; ¿has pasado al otro lado? Pues entonces no te queda más que achinar los ojos para conocer el país en color y en blanco y negro. Ho Chi Minh City tiene mucho de Ho y bastante de City. Verás que los edificios a lo europeo se salpican entre carteles de tiendas reconocibles y pósters comunistas. Las pagodas te invitarán a un volumen mínimo y los tanques te recordarán a los setenta. En la norteña Hanoi hace todavía más calor, pero se te olvidará pensando en el lago central con historia de cuento y tortuga de origen parecido a Ness, porque eso le pone la puntilla al encantamiento local. Aquí también se está a la moda de la zona; la de que no haya más que gente por la calle; ¡¿pero de dónde salen?! ¡¡¡Tantos!!! Y muchos en pijama (¿?), ordenados por puestecillo, y puestecillos ordenados por barrio temático, y barrios con mercado nocturno. Aquí todo el mundo vende. Así que regatea, cambia, haz prácticas en el arte del trueque y no seas demasiado bueno porque te llevas cuarto y mitad de su stock.

Aquí toca también desaprender las reglas matemáticas, porque sólo aquí 380 kms se recorren en 14 horas. Las literas de dos pueden esconder hueco para tres. Los cócteles cuestan unos 2 euros. Y la evidente e inmensa belleza de ellas es directamente proporcional a la longitud de las uñas de ellos (sorry!) Ni te molestes en hablar en inglés; con el castellano así en batiburrillo se llega a todas partes. No te entienden. Repito. Ni aunque pronuncies vietnamita de quinto de la Escuela de Idiomas, no hay manera de que te entiendan. Así que hay que venir con paciencia del que está de vacaciones. Y con los gemelos a punto para caminar y caminar. Para pararse, perderse, observar, no respirar, y seguir caminando. Para embarrarse, subir, bajar, y encogerse de cuclillas como los de aquí. Y con buen saque para comer un porcentaje bien alto de su producción de arroz.
Y además de parpadear, abre la boca ante los distintos escenarios. Pocos te recuerdan a algún otro sitio. Lo que simplemente quiere decir que mucho de este país es único. Patrimonio, reconocido o no, que si fuera por ti conservarías intacto impidiendo que nadie más lo descubriese. Postales mágicas y silencio de estar a gusto. Como las terrazas de Sapa o la cola de dragón de Halong Bay. Ambos dos lugares dignos de guardar en el bolsillo y llevarse de vuelta a casa. Es que claro, es que así es Vietnam, y por eso lo elegimos. Ha sido un viaje de no parar y de timing perfecto. Empezamos en avión, pasamos por taxi, barca, barco, tuc tuc, moto, tren, y acabamos en furgoneta. Ha sido un viaje de momentos, de diapositivas muy distintas unas de otras. Ha sido un viaje de calores, de surrealismos y de paisajes imposibles, again, y rincones casi místicos. Hemos llevado a todo un séquito detrás durante unas cuantas cuestas y unas cuantas horas, hemos cenado al son del Paco de Lucía de ojos rasgados, y nos hemos presentado ante infinitos budas. Ah, y creemos fervientemente que el idioma ese suyo se lo inventan sobre la marcha. Imposible, oye.

2 comentarios:

Miss Haf dijo...

Ey! cuando fuisteis? Yo acabo de volver de Ho Chi Minh. Ya me contaréis como conseguisteis hacer la foto en Halong Bay sin un solo barco, xq cuando fui yo había como 1 millón, o más!
Besos!!

Anónimo dijo...

Era temprano por la mañana, y no habían puesto ni las calles ;-)

Besos!

(sí,haf!! nos cruzamos por los aires!! como lo haremos a la vuelta, qué emoción!!)