Ya he llegado a la fase en la que sueño con asiáticos. Eso significa que ya llevo mucho tiempo aquí. Porque sueño con asiáticos en el sentido de que hacen de figurantes, que son la gente que en el sueño aparecen por calle, de relleno, sin aportar nada más que un poco de atrezzo humano.
En Sydney hay mucho asiático, eso ya lo comenté alguna vez. El centro está plagado, y no sólo en el barrio chino, de jóvenes modernitos coreanos, tailandeses y chinos. Cuando es un hecho que deja de llamarte la atención, y es más, cuando ya consigues distinguir entre nacionalidades, quiere decir que ya hace mucho que llegaste.
Y yo en concreto, llegue once meses atrás. Hace casi un año que mi madre me decía aquello de “no te podías ir más lejos”. Desde hace semanas, y ya con fecha de vuelta, la mujer no deja de entonar el “it’s the fiiiinal couuuntdown”. Y yo, que hace un año me despedía de todo el mundo mientras pensaba en cómo meter sólo 23 kilos en la maleta para más de 300 días, me encuentro ahora disfrutando con la idea de subastar todo aquello que supere los 23 kilos que me podré llevar de vuelta.
En Sydney hay mucho asiático, eso ya lo comenté alguna vez. El centro está plagado, y no sólo en el barrio chino, de jóvenes modernitos coreanos, tailandeses y chinos. Cuando es un hecho que deja de llamarte la atención, y es más, cuando ya consigues distinguir entre nacionalidades, quiere decir que ya hace mucho que llegaste.
Y yo en concreto, llegue once meses atrás. Hace casi un año que mi madre me decía aquello de “no te podías ir más lejos”. Desde hace semanas, y ya con fecha de vuelta, la mujer no deja de entonar el “it’s the fiiiinal couuuntdown”. Y yo, que hace un año me despedía de todo el mundo mientras pensaba en cómo meter sólo 23 kilos en la maleta para más de 300 días, me encuentro ahora disfrutando con la idea de subastar todo aquello que supere los 23 kilos que me podré llevar de vuelta.
Esto huele ya a “se está acabando”. Queda poco. Y parece que hace mil años que llegué. Ya ha vuelto la primavera a la ciudad, desde el 1 (¿?) de septiembre, la estación que nos recibió en 2007. Ya en la oficina voy cerrando cosas, voy despejando la mesa reconvertida a trastero, e intento dejar visto lo que me queda de la ciudad, semidespidiéndome, porque la lluvia que no para (preparaos los nuevos) no me deja hacerlo como Dios manda.
Y ahora me siento un poco en el limbo. Porque con la cabeza allá, aún sigo despertándome bocabajo. Y porque cuando hablo con los de allá, no me entero de sus gracias. Qué miedito la vuelta. Be ready. Vosotros y yo.